ONU-HABITAT promueve una nueva agenda urbana orientada a ayudar a las ciudades a desarrollar un tejido urbano que acompañe el buen desarrollo del tejido social. En efecto, contribuir a la disminución de la segregación socio-espacial es también contribuir a la disminución de las desigualdades que en la región están correlacionadas con la ocurrencia de violencia. Esta línea de trabajo contribuye de manera estructural a la prevención de la violencia y la delincuencia en las ciudades latinoamericanas y en una perspectiva de mediano plazo.
También se requiere un trabajo para abordar los problemas de conveniencia que ya existen en las sociedades urbanas y que han sido el resultado de los procesos imperfectos de urbanización rápida de América Latina en las últimas décadas. En efecto, la urbanización en América Latina ha sufrido impactos en sus planes y diseños urbanísticos. Distintos factores técnicos y diferentes influencias estructurales han reforzado segregaciones históricas y han promovido o relegado de manera desigual el desarrollo grandes partes de sus territorios. Esta segregación ha afectado aspectos esenciales de las comunidades urbanas de la región como: las referencias al uso adecuado de los espacios públicos, el respeto a contextos culturales o la identidad de espacios urbanos. Estos patrones de identidad espacial han sido afectados y por ende se puede decir que en estos aspectos, también se ha comprometido la sostenibilidad de la urbanización. Es así como en las ciudades latinoamericanas es difícil disociar la temática de las violencias de los procesos de conformación y ocupación del espacio urbano.